En el entorno organizacional, mucho es lo que se ha hablado o escrito sobre planeación estratégica. Conocemos de primera mano que una organización que prevé el futuro lleva la delantera; sin embargo, ¿entendemos la importancia de conectar nuestro sistema de gestión de riesgos con nuestro plan estratégico?
Según el curso “La Estrategia y sus riesgos asociados para el desarrollo de la empresa” dictado por Roberto Castro Elordi, la gestión integral de riesgos es fundamental para elaborar la estrategia empresarial. En este artículo lo acompañamos a dar paso a la alineación de estos elementos claves para su organización.
Empleamos el término estrategia para darle nombre a aquello que contribuye a cumplir las metas de la organización, sin embargo, este concepto se remonta a tiempos inmemoriales, más precisamente al siglo V antes de cristo, por su función netamente militar. Muchos hemos leído, escuchado o tenido algún acercamiento con Sun Tzu y su obra “El arte de la Guerra” conocido como el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Sus 2500 años de antigüedad no le quitan su vigencia, y nos invita precisamente a regresar a las raíces de la planeación estratégica: entender nuestras acciones y las posibilidades de victoria o derrota de cada una de ellas.
Precisamente la estrategia de Sun Tzu nos recuerda que cada una de nuestras acciones está supeditada a un riesgo, un evento incierto o una adversidad imprevista que surja en el futuro. Según el Doctor Javier Myraval, experto en administración de riesgos, la única manera de garantizar los logros en el futuro, es alineando la planeación estratégica con el sistema de gestión de riesgos en el presente.
Y es que los riesgos, contrario a la creencia popular, no son negativos para la planeación estratégica. De hecho, la realidad que señala Myraval es la opuesta: son positivos y necesarios. ¿A qué se debe esta apreciación? A que para que nuestra actividad genere valor y rentabilidad, debemos reconocer e incluso justificar la presencia de ciertos riesgos como parte de nuestras funciones estratégicas, tácticas y operativas.
Anticipar el riesgo es algo que se hace entonces de la mano con la planeación estratégica, pues para cada uno de los objetivos es necesario analizar qué riesgo acarrea.
Teniendo como insumo el Balance Score Card o cuadro de mando de la organización, proceda a estudiar el posible impacto negativo que pueden generar cada una de las iniciativas que se proponen para cumplir los objetivos estratégicos. El impacto debe contemplar variables monetarias, operativas, tácticas, de cumplimiento, reputacionales y estratégicas. La pregunta clave para hacerse en esta fase es ¿Qué riesgos pueden hacer que los objetivos estratégicos planteados en mi BSC no funcionen?.
A su vez, el análisis debe abordar todas las variables económicas, sociales, tecnológicas y ambientales que puedan permear su organización, tales como los cambios en la inflación, la devaluación de la moneda nacional, las políticas de austeridad de sus clientes, los impuestos, las regulaciones, etc.
Retomando a Castro Elordi y su curso en la EALDE Business School, la alineación se da cuando por cada acción que planee realizar la empresa para cumplir su estrategia, se analicen uno por uno los riesgos que esta implique y extraer todas las alternativas. El experto señala que el Balance Score Card se suma a esta ecuación al ser esa herramienta que permite la alineación de todos los miembros de la organización y sirve para detectar cualquier tipo de desviación en la estrategia.
Una de las respuestas que toda organización tiene a la mano a la hora de gestionar el riesgo es incluir a sus analistas, agentes o consultores de riesgo en el proceso de planeación estratégica para determinado periodo, sin embargo, muchos profesionales de cumplimiento o gerentes de riesgo todavía tienen su gestión reservada para una fase posterior a la realización del plan o el proyecto como tal. Incluirlos desde los inicios de la planeación permitirá prever en mayor medida el incumplimiento estratégico.
Por último, un recurso clave sobre el que profundizaremos más adelante es el Mapa de calor o Mapa de riesgos. Con su ayuda podremos analizar cada uno de los riesgos de manera estratégica, ya que el mapa asocia un riesgo a cada meta y a medida que se avanza en la ejecución del plan, también podremos saber cómo se ha avanzado en riesgo. El mapa de calor da cuenta de qué riesgos tienen más o menos frecuencia y qué riesgos tienen más o menos impacto y según esta clasificación, se ubican en el mismo.