Son muchos los casos emblemáticos de grandes compañías que se han ido a pique por malos manejos internos, fraude financiero y falta de medición del riesgo operacional. Uno de esos casos simbólicos es la caída de WorldCom, firma de telecomunicaciones que en el 2002 protagonizó la mayor quiebra en Estados Unidos.
Este caso se hizo público porque una auditoría interna reveló que la organización contabilizó de forma irregular casi 4.000 millones de dólares en gastos y la Comisión de Mercado de Valores de EE.UU (SEC) presentó cargos contra la firma por fraude.
La compañía, que estuvo valorada en 180.000 millones de dólares en 1999, fue investigada por ocultar sus pérdidas con maniobras contables. WorldCom se declaró en bancarrota en el 2002 y sus accionistas perdieron cerca de 180.000 millones de dólares y al menos 20.000 personas se quedaron sin trabajo.
Su fundador, Bernard Ebbers, quien llegó a ser uno de los empresarios más exitosos en telecomunicaciones, renunció a la presidencia de la empresa tres meses antes del colapso contable, pero ante las autoridades negó conocer lo que hacía su director financiero.
Es claro que la compañía de telecomunicaciones camufló el desfalco contabilizando el dinero faltante como inversión y así lo hizo durante meses, tanto que los propios miembros de la empresa se dieron cuenta de la trampa y de todas las distorsiones contables.
La dirección financiera contabilizó gastos obvios como gastos en capital, una práctica fraudulenta, porque se trataba de gastos que debían ser reconocidos en el período preciso y no en gastos anuales. La manipulación originó una inflación artificial de ingresos netos y de sus beneficios brutos.
Por ello, se habla de malversación de fondos, del desvío de dineros de un lugar a otro. Además, se hacían préstamos para cubrir los huecos y así se fueron acumulando deudas que no se podían pagar.
La empresa tenía acciones de 62 dólares en 1999 y tras el escándalo, Wall Street la castigó y quedaron en 0,91 centavos. La quiebra de Worldcom afectó gravemente a los proveedores Lucent, Nortel y Juniper porque no cumplió con las deudas. Hoy muchos abusos de contabilidad continúan sin resolverse por la justicia, todavía son un misterio.
Además, la compañía tenía más de 300 oficinas en 65 países de Europa, América y Asia, pero todas desaparecieron. Este emblemático caso muestra la importancia para las organizaciones de realizar una buena gestión de riesgos para medir las amenazas y evitar fraudes o manejos indebidos.
La falta de control o supervisión de las actividades desempeñadas por el personal de la empresa se traduce en riesgo operacional, bien sea por la competencia o la conducta ética, y una solución como el software de Pirani ayuda a las empresas a gestionar de una manera más simple y estratégica este tipo de riesgos.
Cuando un empleado o accionista de la compañía accede a transacciones que no son de su competencia, manipula información y podría cometer un millonario fraude, tal como pasó en el caso Worldcom, que le costó todos sus ahorros a miles de inversionistas y 25 años de cárcel a Bernard Ebbers, expresidente de la compañía.