El panorama actual ha demostrado que una empresa que construye planes, políticas y modelos institucionales para evitar los riesgos, no solo se anticipa a las situaciones adversas sino que está preparada para adaptarse a un entorno global cada vez más voluble e impredecible.
Analizar los diferentes tipos de riesgos y entender su correlación es clave a la hora de trazar un mecanismo efectivo de gestión, que cubra integralmente todos los posibles riesgos.
De acuerdo con Rankia Latinoamérica, es posible clasificar los riesgos financieros entre cuantificables y no cuantificables. En este artículo podrás conocer las diferencias y semejanzas de los riesgos pertenecientes al segmento no cuantificable, estos son: reputacionales, operacionales y estratégicos.
Este riesgo está relacionado directamente con la percepción que tienen los stakeholders o grupos de interés, sobre la organización. En general este riesgo se refiere a que la imagen de la compañía sea desprestigiada y como consecuencia se deterioren los lazos de confianza con sus grupos de interés.
Este riesgo puede surgir por publicidad negativa, procesos poco transparentes, vínculos con escándalos políticos o económicos, daños a la comunidad, problemas de control de calidad, entre muchas otras causales tanto internas como externas.
La mayor diferencia radica en que el riesgo reputacional es el más intangible del segmento no cuantificable. A diferencia del operacional y el estratégico, el impacto del riesgo reputacional se considera difícil de medir, sin embargo este riesgo puede afectar los pasivos de la organización y ocasionar una pérdida directa o indirecta del valor de la misma.
El riesgo reputacional tiene una estrecha relación con el estratégico y el operacional ya que el primero, puede ser consecuencia de los dos últimos. Esto quiere decir que una de las fuentes de la percepción negativa que genera el riesgo reputacional, puede surgir a raíz de una incorrecta decisión estratégica o contractual, pero también de una falla operativa interna que perjudique a los empleados, clientes o proveedores de la empresa.
Este riesgo incluye diversos aspectos tales como la amenaza de pérdidas por fallas en los procesos internos, actuación no acertada del personal, errores en el sistema y situaciones adversas derivadas de eventos externos.
En este caso es de gran importancia entender que si el proceso interno es disfuncional, este incrementará la posibilidad de riesgo operacional. Por otro lado, la falta de preparación ante eventos externos adversos tales como un ciberataque, hacen que la organización sea vulnerable a este tipo de amenazas, generando un gran impacto en su estabilidad financiera.
El riesgo operacional se gestiona bajo la creación de manuales y procedimientos preventivos que difieren en el caso del reputacional y el estratégico, ya que las políticas para estos dos últimos se reestructuran a mediano y corto plazo de acuerdo a las necesidades del mercado.
El riesgo operacional puede ser evitado con una sensibilización y capacitación constante a los empleados. En este caso los tres tipos de riesgo se relacionan porque todos son esenciales para asegurar la rentabilidad permanente de las organizaciones y cada una de las personas que hacen parte de la fuerza de trabajo es responsable de mitigar los riesgos que están relacionados con sus funciones.
Este riesgo financiero no cuantitativo se presenta cuando la organización realiza gastos o inversiones ligadas a su estrategia de negocios, pero estas cuentan con un grado de volatilidad e incertidumbre bastante alto.
Se puede dar por una decisión errónea que se tome de manera intempestiva ante los cambios adversos e imprevistos que surgen en el mercado y que de manera directa o indirecta pueden impactar en los planes del negocio.
La principal distinción del riesgo estratégico frente al reputacional y el operacional es que la gestión del mismo se hace a partir de un plan de negocios que proyecta los objetivos estratégicos de la organización y cuál será el capital deseado por la misma. El seguimiento de este plan es el que garantiza que se controle el riesgo estratégico, este procedimiento varía de manera significativa en el caso del riesgo reputacional y el estratégico.
La relación es más estrecha con el reputacional ya que la estimación de ambos se basa en investigación y proyecciones tanto del contexto interno como del externo. Con respecto al riesgo operacional, el seguimiento constante y los controles internos son un aspecto en el que se complementa con el estratégico.
Ya conoces cómo se asemejan y se diferencian los riesgos del segmento no cuantificable, ahora es momento de complementarlos e integrarlos en un plan de gestión del riesgo que garantice la rentabilidad constante de tu organización.
Conocer casos de riesgo reputacional, operacional y estratégico, te brindarán ciertas pautas para gestionar estas amenazas efectivamente.