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Estudio de caso: los líos financieros del JP Morgan Chase

Escrito por Juan Pablo Calle | octubre 07, 2022

Una de las entidades bancarias más antiguas del mundo y la más grande de Estados Unidos, ha estado envuelta en varios procesos judiciales debido a su mal manejo del riesgo.

Para las entidades financieras, la reputación es uno de los factores más importantes, pues las define, las mantiene en el mercado y las hace llegar a nuevos clientes.

En el caso del banco JP Morgan Chase, riesgos especulativos, de mercado, financieros y legales han ocasionado un perjuicio en la imagen de esa organización, lo cual ha implicado una disminución de sus activos y una pérdida de confianza por parte de sus clientes e inversores.  

La magnitud de los fraudes financieros relacionados con esta entidad bancaria ha tenido eco en todo el mundo, desde Argentina hasta Estados Unidos, pasando por Europa e incluso por Asia. A continuación le presentamos algunos de ellos.

Hernán Arbizu: los fraudes de un alto directivo 

En junio de 2016, la Policía Federal argentina detuvo en una casa del barrio porteño de Belgrano a Hernán Arbizu, exvicepresidente del banco JP Morgan Chase. 

Arbizu tenía una larga carrera como banquero, desempeñando diferentes cargos en los bancos más prestigiosos del mundo: Citybank, Bank Boston, Bank of America, UBS y Deutsche Bank.

De cada banco, Arbizu salía con una vasta lista de datos con nombres de usuarios y de empresas. Acceder a esta información privilegiada, que luego usaba para contactar clientes potenciales, le traía como recompensa jugosas comisiones.

Cuando llegó a la Vicepresidencia de JP Morgan Chase, Arbizu continuaba manejando en paralelo y en secreto diferentes cuentas bancarias de distintos bancos en los que ya había trabajado. Además, efectuaba transferencias bancarias no autorizadas. A través de ellas lavaba dinero de algunos de sus clientes en Argentina, trasladando los activos hacia paraísos fiscales.

Cuando la situación se volvió insostenible, Arbizu extrajo información confidencial del banco y la utilizó como prueba para denunciar a JP Morgan Chase por evasión de impuestos.

Al final, la denuncia del banquero se volvió en su contra, lo que terminó en su propia extradición a Estados Unidos, acusado de estafa, lavado de activos, hurto de identidad y de haber hecho transferencias fraudulentas. 

Aunque este caso parezca una actuación personal aislada, la verdad es que gran parte de la responsabilidad fue de la propia entidad bancaria. 

La falta de controles y la pésima gestión de los riesgos financieros en el interior del banco permitieron que Arbizu operara cómodamente para montar un esquema de lavado de activos y de evasión de impuestos a expensas de los recursos de la propia entidad financiera.

Bernard Madoff: Una pirámide difícil de ignorar

De mirada triste y apariencia de anciano, cuando habla, Bernard Madoff mueve las manos como un encantador de serpientes. Las balancea en el aire, las mece como un director de orquesta. Se detiene un momento y, mientras tanto, cruza los dedos de ambas manos para hacer una pausa y pensar lo próximo que dirá.

Detrás de esa cara inofensiva y de esa mirada de abuelo que calcula cada palabra, se esconde el cerebro de la mayor estafa financiera que se haya visto jamás en los Estados Unidos. 

64 000 millones de dólares, 13.600 personas estafadas y varios suicidios, entre ellos el del hijo del propio Madoff, son el resultado de un esquema piramidal sin precedentes, un fraude financiero que parece sacado de una película. 

Las supuestas operaciones millonarias que Bernard Madoff ganaba en Wall Street no eran más que un sistema de captación ilegal de dinero que funcionaba sumando nuevos "inversores" que aportaban capital para pagarles a los antiguos.

Madoff utilizaba las cuentas del JP Morgan Chase para ocultar sus operaciones. Sin embargo, la cantidad exorbitante de dinero y el inmenso volumen de transacciones parecían difíciles de ignorar por el banco.

A pesar de eso, algunos empleados de la entidad bancaria desatendieron las señales de alerta que emitían las transacciones del estafador y nunca reportaron de manera oportuna las operaciones sospechosas. Además, las políticas del banco sobre blanqueo de dinero parecían muy flexibles o no fueron aplicadas con el rigor necesario.

Estos fueron los argumentos de las autoridades financieras de los Estados Unidos para condenar al banco en el 2014 a pagar una suma de 1.700 millones de dólares para resarcir a las víctimas de la pirámide construida por Bernard Madoff.

Bear Stearns: Una compra poco rentable

Al borde de la quiebra, el banco Bear Stearns fue adquirido por JP Morgan en 2008 con la autorización de la Reserva Federal estadounidense. 

El Bearn Stearns había quebrado luego de haber hecho grandes inversiones en títulos hipotecarios tipo subprime. Estas hipotecas se concedían a personas de escasa solvencia económica o que no contaban con un ingreso estable, es decir, perfiles de alto riesgo. Por ese motivo, los bancos aseguraban la inversión cobrando intereses elevados o con el embargo de las propiedades que se hipotecaban, un círculo vicioso que se movía con préstamos impagables. 

Por medio de información engañosa que daban los empleados del banco, muchos de esos títulos hipotecarios se ofrecían como inversiones seguras. 

Así, las hipotecas subprime, que se concedían a personas que no podían pagarlas, generaron una falsa apariencia de crecimiento en el sector inmobiliario estadounidense, pero, cuando la burbuja estalló, terminó afectando al sistema bancario mundial. 

Al perder su valor esos títulos hipotecarios, Bearn Stearns quedó debiendo más de 48 000 millones de dólares, y la confianza en ese banco disminuyó hasta el punto en que la entidad  tuvo que declararse en bancarrota.

Ahí es cuando aparece JP Morgan Chase en el escenario. Aunque esta entidad bancaria también participó por cuenta propia en la burbuja inmobiliaria de las hipotecas subprime, su influencia en la crisis del 2008 aumentó tras comprar el banco Bear Stearns para salvarlo del colapso. 

Esto produjo un perjuicio en la reputación de JP Morgan Chase como organización e hizo que su credibilidad como entidad financiera se disminuyera notoriamente. Por eso, este banco fue sancionado con una multa de 13.000 millones de dólares por incurrir en malas prácticas.

De nuevo, la mala gestión de los riesgos financieros, el pésimo manejo de los riesgos de crédito y de los riesgos operativos produjeron una serie de riesgos reputacionales, que aún impactan en la imagen del banco más grande de Estados Unidos.

1MDB: UN PRESENTE RIESGOSO

El final de 2017 despidió a JP Morgan Chase con las investigaciones de las autoridades financieras de Suiza, Singapur y Estados Unidos, todo por cuenta del escándalo del 1MDB (1Malaysia Development Berhad), fondo estatal de inversión perteneciente al gobierno malasio. 

Al parecer, el primer ministro de Malasia, Najib Razak, se apropió de varios millones de dólares del 1MDB a través de transacciones financieras ilegales que llevaba a cabo en diferentes bancos del mundo.

En concreto, se le acusa al JP Morgan Chase de no identificar los riesgos de lavado de activos relacionados con transacciones entre cuentas comerciales y personales de este fondo estatal. 

En uno de los casos, se trasladaron miles de millones de dólares desde la cuenta del fondo 1MDB, presuntamente para comprar una empresa, hacia la cuenta personal de un individuo cercano a una compañía asociada con el fondo malasio.

El JP Morgan Chase no cuestionó el origen, el propósito o el procedimiento de esta transacción, que implicaba una extraordinaria suma de dinero. Además, admitió datos inconsistentes de clientes sin antes hacer un análisis riguroso de ellos.

Por lo pronto, el banco estadounidense no recibirá una sanción, pero quedaron en evidencia el mal manejo del riesgo de lavado de activos y la deficiente segmentación de sus clientes. 

Como el caso del 1MDB, muchos de estos líos judiciales que ha sufrido el JP Morgan Chase en su historia aún tienen repercusión en la actualidad. Algunos de ellos no han sido resueltos o tienen consecuencias negativas que parecen permanentes.

Esto demuestra que, cuando un riesgo se concreta, no solo desencadena otros, como si se tratara de una bola de nieve, sino también que puede tener una larga duración en el tiempo, llevar de una demanda a una sanción, de una multa a una bancarrota.

Por eso, es importante que las entidades financieras cuenten con herramientas que las lleven a tener una buena gestión de riesgo y evitar futuros pleitos judiciales, reclamaciones o multas millonarias.  

Puede comenzar descargando la siguiente imagen nuestro manual de prevención del lavado de dinero y la financiación del terrorismo. De esta forma podrá identificar operaciones inusuales que puedan perjudicar a su empresa.