Uno de los mayores escándalos financieros de la historia fue el colapso de Enron Corporation, una gigante energética que el 2 de diciembre de 2001 se declaró en quiebra.
La empresa estadounidense tenía activos estimados en 63.000 millones de dólares y supuestamente facturaba 100.000 millones de dólares anuales.
La razón por la que se declaró en quiebra tiene que ver con que todo fue maquillado: los pasivos se convirtieron en activos, los créditos se presentaron como ingresos y todos los beneficios fueron inflados.
Estos engaños financieros llevaron a que la acción en bolsa, que se cotizaba sobre los 90 dólares en el 2000, en un año pasara a costar tan solo un dólar, un 99 por ciento menos. Eso tras salir a la luz que la empresa alteraba o fabricaba registros contables para engañar a sus accionistas.
Poco a poco fueron saliendo todos los fraudes financieros y se supo que la empresa acumulaba deudas de 30.000 millones de dólares y luego de declararse en bancarrota al menos 20.000 empleados perdieron su trabajo. El escándalo también le costó la desaparición a la importante firma auditora Arthur Andersen, una de las cinco sociedades de auditoría y contabilidad más grandes del mundo.
Jeffrey Skilling, la cabeza de la contabilidad de Enron, con el beneplácito de los directivos, hacía ingresos ficticios, ponía a valor presente los flujos de negocios que no estaban materializados, lo que formaba parte de los beneficios de la firma energética. De acuerdo con las investigaciones, Enron disfrazaba las pérdidas y encubría sus deudas.
El escándalo del peor fraude financiero se destapó cuando la periodista Bethany McLean escribió un artículo para la revista Fortune, titulado: “Is Enron Overpriced?”, en el que cuestionaba el hecho de que la compañía pasara a estar en la posición 141 a la séptima más importante de Estados unidos en tan solo cinco años (1995-2000).
Paradójicamente, Jeffrey Skilling renunció a su cargo sustentando motivos familiares y vendió las acciones que tenía en la empresa por 60 millones de dólares, pero tan solo cuatro meses después, la compañía entró en crisis.
Aunque Skilling negó conocimiento, las autoridades lo acusaron de operar con información confidencial, de estafar a inversionistas al vender sus acciones antes de la quiebra y por los delitos de engaño y conspiración.
Kenneth Lay, el fundador de la firma, fue acusado de seis delitos, entre ellos, conspiración y fraude, pero falleció de un infarto antes de ser condenado.
Tras este escándalo financiero, en Estados Unidos y otros países se estableció jurídicamente que el auditor de las empresas debe ser independiente de su cliente, también se endurecieron los requisitos y las penas. Ahora, toda junta directiva de una compañía tiene la responsabilidad de analizar y estar al tanto de la contabilidad.
Para evitar la materialización de riesgos operativos o de cumplimiento normativo en las organizaciones, es importante contar con una herramienta tecnológica como Pirani, que facilita la gestión de este tipo de riesgos y contribuye al logro de los objetivos, así como a la sostenibilidad de los negocios.
Además, uno de los principales retos que enfrentan los inversionistas y en general las empresas es impedir las acciones de los llamados delincuentes de cuello, pues estos cada vez trabajan de forma más encubierta, se valen de sus fechorías y de técnicas sofisticadas para estafar.
Una de las técnicas más comunes de estafa es la falsificación o modificación de información, que fue lo que ocurrió en Enron para inflar sus acciones y engañar a los inversionistas.
La historia de Enron es un claro ejemplo de cómo la falta de controles adecuados y la manipulación de información pueden llevar al colapso de grandes empresas. Para evitar que esto suceda en tu organización, es fundamental contar con herramientas que te permitan gestionar los riesgos de manera eficiente y transparente.
Un software de gestión de riesgos, como Pirani, te permitirá centralizar la evaluación de riesgos, automatizar controles y monitorear actividades en tiempo real.
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