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Estudio de caso: la quiebra del banco Crédit Lyonnais

Escrito por Juan Pablo Calle | octubre 20, 2020

El banco Crédit Lyonnais, considerado como uno de los tres pilares de la industria bancaria francesa, entró en quiebra por no tener una gestión de riesgo adecuada. Aquí le contamos por qué.

En noviembre de 1993, oficiales del Ministerio de Economía, Finanzas e Industria de Francia anunciaron la destitución de Jean-Yves Haberer, el director general del banco más grande de ese país, el Crédit Lyonnais. Esta acción no solo reveló la urgente condición financiera del banco, sino que, además, dejó claro su pésimo manejo de riesgo.

El banco Crédit Lyonnais había sido fundado en Lyon en 1863. En 1900 era considerado el banco más grande del mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó su proceso de nacionalización. Desde entonces, la administración de la entidad tuvo una confusión acerca de si debía actuar según los intereses de la élite política francesa o si, por el contrario, debía darles prioridad a las decisiones comerciales y al manejo del riesgo.

Justamente esa situación de incertidumbre administrativa dispuso el escenario para que se incrementaran los movimientos riesgosos entre 1988 y 1993, época en la que el Crédit Lyonnais intentaba convertirse en un referente bancario global.

Una mala estrategia de expansión

En 1987, Jean-Yves Haberer, un respetado burócrata con importantes conexiones políticas, fue nombrado por el presidente François Mitterand como director del Crédit Lyonnais. Cuando Mitterand había sido reelegido para un segundo mandato en 1988, Haberer comenzaba a implementar su estrategia de expansión del banco a largo plazo, adquiriendo nuevas sucursales, haciendo nuevas inversiones y abriendo oficinas en Francia y alrededor del mundo.

A finales de los años 80, el banco se aprovechó del auge económico europeo y llegó a contar con un enorme portafolio de inversiones y de préstamos para la industria. Cuando el crecimiento económico se frenó por causa de la Guerra del Golfo, Crédit Lyonnais había acumulado una cantidad considerable de capital debido a los acuerdos que había hecho en el pasado.

Sin embargo, dos de sus sucursales comenzaron a generar pérdidas por causa de sus actuaciones particulares. En primer lugar, Altus Finance y sus acuerdos con algunas compañías de seguros en Estados Unidos, y, en segundo lugar, el Crédit Lyonnais de Holanda, que cerró varios tratos fallidos con estudios cinematográficos de Hollywood.

¿Cómo se produjo la crisis?

Altus Finance, una exitosa compañía de finanzas, había sido adquirida por el Crédit Lyonnais en 1990 con la intención de que desempeñara un papel importante en el proceso de expansión del banco. En 1991, Altus comenzó una compleja negociación con el Departamento de Seguros de California para comprar bonos especulativos de alto riesgo a través de Aurora, una sociedad que la filial del banco controlaba secretamente, lo cual violaba las regulaciones del gobierno estadounidense.

Al comienzo, algunos de los tratos cerrados en Altus generaron buenas utilidades, pero la sucursal empezó a invertir en sectores que no entendía con claridad: ocio, gestión de residuos, cursos de golf, distribución de comida e incluso bienes de lujo. Esas inversiones, que se desarrollaron entre 1989 y 1993, fueron las responsables de millones de pérdidas.

Además de esto, la actuación de otra de las sucursales del banco, el Crédit Lyonnais de Holanda, empeoró la situación. Desde los años 80, esta oficina subsidiaria se había convertido en la principal prestamista de numerosos estudios de Hollywood. Muchos de estos tratos eran legítimos, pero algunos funcionarios del banco comenzaron a autorizarles préstamos a inversores con problemas financieros y judiciales, sin asegurarse primero de proteger los intereses del banco.

La compra de Metro-Goldwyn-Mayer fue uno de esos movimientos fallidos de la sucursal de Holanda. Todo comenzó cuando Giancarlo Paretti y Florio Fiorini, un par de negociantes italianos que ya habían estado envueltos en casos de fraude y de lavado de activos, recibieron un préstamo de dos mil millones de dólares para adquirir la productora del león.

Un año después de haber cambiado de dueños, la compañía cinematográfica comenzó a enfrentar una grave crisis financiera gracias a las arriesgadas inversiones de sus sospechosos propietarios. Ante la alarma de inminente bancarrota, y a pesar de las pérdidas, el Crédit Lyonnais continuó autorizando préstamos multimillonarios para intentar salvar a la productora.

Finalmente, luego de la destitución de Parretti, quien enfrentaba varios procesos judiciales en Estados Unidos y en Europa, Crédit Lyonnais se hizo poseedor de gran parte de las acciones de la MGM, hasta que vendió esa compañía a su dueño inicial, Kirk Kerkorian. Esa serie de préstamos, sin medir ni gestionar el riesgo de forma adecuada, generaron pérdidas que ascendieron a más de mil millones de dólares.

El fin del naufragio

En septiembre de 1992, el Ministerio de Economía, Finanzas e Industria de Francia puso bajo control administrativo al Crédit Lyonnais, después de haber descubierto que los portafolios de préstamo e inversión del banco habían sufrido pérdidas masivas. Esto produjo la salida de Haberer.

La Comisión europea insistió en la privatización del Crédit Lyonnais. Así, en abril de 1995, se creó el Consortium de Réalisation (CDR) para administrar los activos del banco y venderlo posteriormente al mejor postor.

La investigación de los implicados comenzó en diciembre de 1996. Hasta ese momento, el gobierno francés solo se había limitado a calmar a la opinión pública, sin intentar identificar primero a los culpables del colapso. Sin embargo, en 1996, las investigaciones se interrumpieron por el incendio de la oficina central del Crédit Lyonnais en París, que destruyó gran parte de la documentación del banco.

Las consecuencias del colapso llegaron hasta el punto de salpicar a políticos y funcionarios del gobierno francés, como el gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet. Según las investigaciones, al parecer algunos oficiales del gobierno intervinieron para que en los reportes financieros se disminuyeran las pérdidas que estaba sufriendo el banco. Así, el Crédit Lyonnais parecía estar en una situación mejor de la real.

Finalmente, en 1999 Crédit Lyonnais fue reorganizado y comprado por el banco Crédit Agricole.

Lecciones aprendidas

El caso del banco Crédit Lyonnais demuestra que un reporte de riesgo independiente y a tiempo es crucial durante los periodos de expansión y crecimiento de una economía. Asimismo, enseña que una mala segmentación de clientes y un inadecuado control del riesgo de las inversiones puede dar al traste con las ganancias y la reputación de una entidad.

Aunque Haberer se reunía con los líderes de negocios del banco y de sus sucursales, el Crédit Lyonnais carecía de controles sistemáticos sobre los riesgos de las inversiones y sobre el reporte de riesgo de su compleja red de negocios. A la postre, eso acabó perjudicando las utilidades del banco.

Por último, la quiebra del Crédit Lyonnais también nos enseña que, cuando los intereses políticos y burocráticos priman sobre los comerciales, se termina descuidando el manejo de los riesgos potenciales y, por tanto, se ven amenazados el capital, la reputación y la seguridad de una organización.

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