La crisis se originó a partir de una excesiva oferta de crédito hipotecario, inicialmente con tasas de interés bajas a personas sin suficiente capacidad de respaldo. Esta circunstancia originó un auge súbito en el mercado inmobiliario de Estados Unidos. La demanda elevada de propiedades y de crédito para la compra de vivienda causó un aumento ficticio y progresivo de los precios de la vivienda, que hizo que ellas se constituyeran como un respaldo irreal para las hipotecas otorgadas para comprarlas. Los emisores de los créditos, para capitalizarse y atender la demanda, crearon productos financieros nuevos respaldados en estas hipotecas de bajo respaldo y alto riesgo, que fueron ofrecidos a inversionistas en todo el mundo. Se había creado una cadena oculta de riesgo.
Lehman Brothers fue el primer banco de inversión en declararse en bancarrota, al no poder cumplir con las obligaciones financieras derivadas de los títulos emitidos soportados por las hipotecas. Este suceso impensable dio origen a una cadena de acontecimientos similares en todos los mercados de valores y operadores financieros del mundo que estaban contaminados con los títulos sin respaldo adecuado (subprime), y a la vez un embargo masivo de viviendas por incumplimiento de las obligaciones por sus propietarios (foreclosure).
La crisis demostró el efecto desestabilizador que las grandes compañías financieras interconectadas pueden tener en la economía nacional (de los Estados Unidos), los mercados de capital y la estabilidad financiera general del sistema bancario. Muchos gobiernos y bancos centrales de todo el mundo, incluido el gobierno de Estados Unidos, respondieron a la crisis brindando niveles de apoyo sin precedentes (bailouts) a las empresas del sector financiero para mitigar el impacto de la crisis y mantener a flote el sistema financiero mundial. Una gran crisis financiera y una recesión fue el resultado de esto, así como el surgimiento de muchos movimientos de protesta ciudadana (Occupy Wall Street y semejantes).
A partir de la crisis, entre las muchas medidas adoptadas, el sector financiero fue obligado a adoptar un modelo de gestión del riesgo bastante estricto, impartido por la Oficina del contralor de moneda (OCC-Office of The Comptroller of Currency, dependiente del Departamento del Tesoro de Estados Unidos). Este documento se denomina "Marco de expectativas superiores", en él se incluye un apéndice que ha sido la guía, desde entonces, para el establecimiento e implementación de un marco de gobernanza de riesgos, que permite administrar y controlar las actividades de las instituciones financieras.
Las expectativas que planteó el documento fueron estas:
Una parte fundamental del modelo es la separación, en tres líneas de defensa, de los miembros de la organización, asignando funciones y responsabilidades explícitas en lo que se refiere a la prevención y atención de los riesgos, la manera como se disponen los recursos y las estrategias a seguir. Desde su publicación, el modelo ha sido observado y comentado por organizaciones inicialmente financieras y recientemente por organizaciones del sector real.
Hay algo muy interesante en el modelo de tres líneas de defensa, sus principios, justificaciones económicas y en general todo lo descrito en él, y es que puede aplicarse más allá del sector financiero en el sector real. Se precisa para ello disponer de los perfiles de riesgo identificados por cada uno de los responsables de la primera línea de defensa que caractericen el tipo y sector de la organización, y seguir el método propuesto para las siguientes líneas de defensa. En este punto vale la pena tener en cuenta la observaciones y complementos propuestos por empresas del sector real que ya han seguido esta estrategia como base para su sistema de gestión integral del riesgo.
Ya existen herramientas informáticas que permiten organizar la información de riesgo de manera sistemática e implantar las directrices del modelo de tres niveles de defensa, obteniendo los beneficios de una planificación y administración avanzada e integrada del riesgo. A la vez se cumplen estándares internacionales, es posible integrar este sistema a los sistemas corporativos existentes y, además, aportar elementos adicionales para toma de decisiones soportadas en la información procesada.
En una próxima publicación estaremos mostrando casos prácticos de como esta manera de implantar sistemas de gestión de riesgo empresarial se ha aplicado en empresas de los sectores químico y metalúrgico.