El riesgo de desinformación, según el Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial, es uno de los principales riesgos en los próximos dos años y tiene que ver con la difusión de información errónea, falsa o maliciosa, muchas veces generada a través de inteligencia artificial.
En este artículo te contamos sobre el riesgo de desinformación: qué es, cuáles son sus características, qué consecuencias puede traer en la sociedad y recomendaciones para hacerle frente, pues hoy en día impacta negativamente en los procesos electorales que viven diferentes países, como es el caso de México.
En términos generales, la desinformación consiste en la difusión deliberada de información falsa o engañosa con el objetivo de manipular o influir en la percepción de la realidad de las personas (la opinión pública).
Este riesgo, al que cada vez podemos estar más expuestos debido al crecimiento exponencial de la inteligencia artificial, puede darse de diferentes formas, por ejemplo: fake news o noticias falsas, teorías de conspiración y manipulación de datos, opiniones, imágenes y videos (se conoce como deepfake).
Este riesgo tiene la capacidad de generar impactos y consecuencias negativas de tipo político, económico y social. Algunas de estas son:
Dado que México es uno de los países que este año (2024) elegirá un nuevo gobierno, el riesgo de desinformación es uno de los más latentes, pues existen campañas que hacen uso de las redes y plataformas digitales para difundir de forma deliberada información falsa, errónea o engañosa y con esto, manipular a la opinión pública.
Para evitar caer en las estrategias de desinformación, según una guía publicada por la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, CISA por sus siglas en inglés, es importante:
Sé consciente de cómo diferentes usuarios utilizan las redes sociales para desinformar y manipular opiniones, lo pueden hacer para generar división, hacerse virales, amplificar ideas y posiciones, afectar nuestro comportamiento en el día a día.
Se trata de verificar quién está realmente detrás de la información y de analizar qué puede ganar esa persona, entidad o institución si la gente le cree. Aquí se debe evaluar el contenido críticamente para determinar si la información es o no confiable, para ello es recomendable verificar los hechos y la calidad.
Esto significa ir más allá de la información inicial, para esto es importante buscar en fuentes confiables y ver qué dicen sobre el tema del que puede haber una desinformación. Hasta que no compruebes que es cierto, no compartas información.
Tómate unos minutos para procesar la información que lees o ves y que la o las emociones que te generaron se enfríen, además, pregúntate si esos sentimientos sobre esa información están basados en hechos reales.
Aquí también es importante investigar más, consultar otras fuentes, usar herramientas de verificación de hechos, por ejemplo Google Fack Check, y asegurarse de que no sea un caso de descontextualización. Y siempre pregúntate, ¿es necesario compartir esto?
Se trata de compartir lo que sabes sobre el riesgo de desinformación con tu círculo más cercano con el fin de advertirles y que también puedan responder adecuadamente cuando identifiquen este riesgo.
Si cada persona pone en práctica estas recomendaciones y lo hace de manera constante, es posible reducir la desinformación actual, especialmente en medio de campañas electorales como la que hoy se vive en México.
Y esto también aplica en el entorno laboral, pues como vimos, las organizaciones no están libres de verse involucradas en campañas de desinformación que busquen dañar su imagen, reputación y credibilidad en la opinión pública, por eso, es importante tomar las medidas necesarias para evitar llegar a esto.
Cuéntanos, en tu caso ¿cómo le haces frente a la desinformación que abunda en la actualidad? Te leemos en los comentarios. Y si quieres conocer más de cómo en Pirani podemos acompañarte a gestionar este y otros riesgos en tu organización, puedes agendar una corta reunión con uno de nuestros expertos.