Las entidades bancarias están obligadas a conocer a sus clientes no solo para ofrecerles mejores servicios y beneficios, sino también para detectar operaciones inusuales que puedan estar involucradas con lavado de activos y financiación del terrorismo (LAFT).
Desde la década de los setenta, las entidades financieras se preocupan por conocer el perfil transaccional de cada cliente y gestionar el riesgo para evitar ser inyectadas con dineros del narcotráfico. Sin embargo, todavía salen a la luz escándalos de muchos bancos de talla mundial, que son usados por el crimen organizado.
La ley obliga a los bancos a establecer políticas y controles que les ayude a prevenir lavado de dinero, a través de sus servicios. Por esta razón, las entidades deben implementar medidas que permitan: conocer a los clientes, clasificarlos y detectar a tiempo operaciones sospechosas.
Es importante conocer los hábitos financieros de cada cliente, saber cuáles canales y lugares usan para retirar dinero, cuáles son los montos y días de retiro para analizar si estas actividades corresponden, o no, al perfil del consumidor. Si se salen de los parámetros normales, se analizan para determinar si son sospechosas y ponerlas en conocimiento de las autoridades.
Para conocer el perfil transaccional, los bancos agrupan a sus clientes, es decir, los segmentan, por ejemplo, según su profesión, estrato e ingresos, recopilan información de ellos y sus movimientos financieros, que acompañan las características de sus transacciones y, de acuerdo, a lo que se espera de cada uno de los grupos que se comportan de forma similar, se comparan las transacciones reales con las normales, según la capacidad económica.
El responsable de monitorear todos los movimientos de los clientes es el área de cumplimiento de cada banco, que debe señalar procedimientos que realicen las transferencias que estén injustificadas o los movimientos sospechosos que emitan señales de alerta temprana.
Por ello, una vez se trace el perfil del cliente, comienza la supervisión financiera: el responsable del monitoreo debe comparar que las transacciones correspondan con el perfil asignado. Precisamente cuando las transacciones se alejan a la realidad es lo que se denomina operación inusual o sospechosa, porque no es coherente con la actividad de una persona, por ejemplo, un empleado se gana un salario mínimo y de la noche a la mañana consigna millones de dólares sin justificación razonable.
Para analizar si hay operaciones sospechosas, que puedan estar relacionadas con lavado de activos, las entidades financieras deben incluir patrones de normalidad. Por ejemplo, aumento de las transacciones en ciertas fechas, comparar esas transacciones con los ingresos reales del usuario, así como analizar el cliente, el canal y la jurisdicción de la transacción, por ejemplo, se analizan más las operaciones realizadas desde de fronteras de países en alto riesgo de narcotráfico.
Entre los principales retos, está tener buenas prácticas para gestionar operaciones inusuales como contar con información suficiente del cliente y analizarla bien, verificar que esté completa y sea verídica, lo que se confirma con cruce de datos. Además, que esté actualizada, ya que el perfil del cliente es cambiante como la actividad económica. Asimismo, realizar la segmentación y determinar señales de alerta.